Según detalló, se ejecutaron trabajos de estabilización y protección de las calzadas de los caminos, restauración de escalinatas de piedra y canales de agua; así como la consolidación de muros de contención de los caminos, investigación arqueológica y tratamiento paisajístico.
“Estos caminos están ubicados en una pendiente pronunciada, por lo cual, también se ejecutaron trabajos de estabilización de taludes, mejoramiento del empedrado y de los miradores turísticos instalados”, puntualizó.
La ejecución del proyecto integral demandó una inversión de 2 millones 383 mil soles, habiéndose iniciado los trabajos en el mes de agosto de 2021 y concluyeron en diciembre de 2022. Durante el periodo de ejecución de la obra, se benefició con puestos de trabajo a los pobladores de las comunidades campesinas de Huinchiri, Qollana Qehue, Chocayhua y Chaupibanda.
Hay que mencionar que son los mismos habitantes de estas localidades los que en junio de cada año realizan la renovación del puente inca.
A más de 3.700 metros de altitud la respiración se vuelve dificultosa y el dolor de cabeza, persistente. En este lugar recóndito de los Andes, únicamente un remedio natural –y legal– se nos promete para aliviar el mal agudo de montaña que sufrimos desde nuestra llegada a Perú hace solo unas horas: el chacchado («mascado» en quechua) de hojas de coca, una planta con propiedades analgésicas que un grupo de mujeres del lugar nos ofrece en esta ardiente mañana de principios de verano.
Sentadas en lo alto de un cañón ceniciento, a unos 110 kilómetros al sudeste de Cusco, en el distrito de Quehue, provincia de Canas, ellas se sirven de su planta sagrada, poseedora de múltiples virtudes, para calmar el hambre poco antes del mediodía. Están rodeadas de haces de q’oya, una fibra vegetal obtenida de una planta autóctona con la que trenzan largas sogas que los hombres instalan a continuación en cada uno de los dos extremos de la garganta. A poco más de una decena de metros por encima de las límpidas aguas del río Apurímac, tensan seis gruesas cuerdas durante horas a ambos lados del desfiladero. De estas, cuatro son las matrices y servirán como soporte, y dos, como barandas. Al fijarlas finalmente a unas bases rectangulares de piedra (los estribos del puente), los hábiles constructores componen un año más el esqueleto del Q’eswachaka («puente de cuerda» en quechua), el último puente inca del mundo.
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